Los errores históricos los llamamos como nos da la gana, según quien les ponga nombres, adjetivos, explicaciones o sensaciones. Vamos a referirnos ahora al Muro de Berlín, pues era un muro y estaba en Berlín.
En España, en octubre del año 1961 se publicaba esta nota que os dejo arriba, en la revista Garbo. Aquí lo llamaba “Muralla Roja”. Bien, pero era de cemento. Los del Este de Berlín lo llamaron “Pared de protección antifascista”. Un poco largo pero que en alemán se simplificaba como Antifaschistischer Schutzwall. Pero en occidente y en el Berlín de los aliados era conocido como “Muro de la vergüenza”.
Eran 157 kilómetros de pena, que en realidad no dividían a la ciudad de Berlín en dos bloques, pues todo Berlín estaba dentro de la RDA. Lo que hacía era envolverlo dejando rodeado por el Muro de Berlín aquella parte de la ciudad que era gobernada por los aliados y que constituía la mayor parte de la zona urbana. Entrar o salir de aquella zona aliada de Berlín requería pasar las fronteras hacia la RDA por los puestos que los alemanes controlados por los rusos había colocado para ello.
Europa se ha ido construyendo a golpes de muros, de acuerdos nunca explicados, como precisamente la construcción de este mismo Muro de Berlín, del que todavía no conocemos hasta qué punto evitó una invasión rusa de todo Berlín. La historia se escribe con secretos.