Estamos llenos de agua, somos agua, pero no todos nosotros tenemos la misma cantidad de agua. Una persona normal, atlética tiene aproximadamente un 70% de agua en la totalidad de su cuerpo. Pero un obeso puede ver reducida su cantidad al 50% por el peso de la grasa. Algo a tener muy en cuenta, pues es salud.
Tenemos que tomar todos los días unos 3 litros de agua (entre 2,5 y 3,5 según peso y actividad), de los cuales unos 2 litros deben ser de forma líquida. El agua ayuda en la digestión incluido el hígado, ayuda a mantener bien la temperatura corporal y a sudar con calidad de limpieza corporal, es imprescindible para que se respire bien y los pulmones funciones adecuadamente, e imprescindible para que las heces y la orina se desechen con normalidad saludable haciendo que funcionen bien el intestino y los riñones. Pero también ayuda a lubricar los huesos, los ojos y a que nuestra actividad cerebral funcione bien.
Se puede sobrevivir tomando al menos medio litro de líquido limpio al día. Menos es mortal. Pero si no hace mucho calor, pues sudar exige beber más agua. Si se bebe menos la sangre se envenena y nos morimos. Las personas del Tercer Mundo no se mueren de hambre tanto como de sed. Sed por no beber suficiente agua o por beberla en malas condiciones lo que les provoca problemas graves de infecciones intestinales y eso les lleva a la deshidratación mortal.
Los ancianos, los niños muy pequeños y las embarazadas o mujeres que amamantan, son los grupos de personas que más vigilancia deben tener sobre su correcta hidratación. Sin duda las personas que trabajan en ambientes muy duros, muy cálidos y los que hacen deporte, son también grupos de vigilancia especial.
¿Y qué es lo mejor contra la sed, a favor de una hidratación eficiente? Pues sin duda el agua, pero tras ella los zumos naturales, el té, la gaseosa sin mucha azúcar, la tónica y las bebidas isotónicas.