Ante el terrorismo internacional nos tenemos que acostumbrar a tenerlo pululando como una mosca puñetera además de aprender a defendernos confiando en la inteligencia policial. La globalización tiene esas disfunciones, y crear terror y miedo con mucha facilidad es una de ellas. Pero como todo en esta vida nueva, tenemos nuestros mecanismos de defensa, que no siempre sabemos utilizar bien.
Uno de ellos es aprender a medir el tipo de información que somos capaces de transmitirnos entre todos nosotros, los ciudadanos pacíficos. La inteligencia en seguridad debe funcionar mucho mejor, impregnando a los medios de comunicación de su implicación para que sepamos dosificar qué tipo de información es negativa para los intereses de defensa. No es censura, es inteligencia social.
Las nuevas tecnologías ayudan a defendernos ante la violencia globalizada, pero a su vez, son capaces de multiplicar la mala información absurda, complicando los sistemas de defensa. Como sociedad estamos pagando a unas personas para que cuiden de nuestra seguridad y a otros más por encima de ellos para que vigilen al que vigila. Confiemos en ellos y aprendamos también a auto defendernos desde la observación lógica.
Y no me refiero al anuncio tan simple y básico de esta semana para que no dejemos las llaves de nuestros vehículos puestas en el contacto, sino al innecesario consejo que está dentro del mismo, admitiendo de esta forma que es una costumbre muy habitual entre los repartidores urbanos. Si alguien no sabía de esta idiotez, ahora ya lo sabe todo el mundo.