El madrileño Antonio Casero ha pasado a la historia del arte español como un artista de la plumilla que realizaba excelente obras sobre la tauromaquia. Pero también realizó trabajos humorísticos con una fina mirada hacia esa sociedad que pasaba hambre y necesidades con esa mano suya capaz de entregar casi movimiento a las figuras dibujadas con pocas líneas. Falleció en 1973.