6.5.12

¡Acabad ya con esta crisis!, crítica al libro de Paul Krugman

Ayer me regalaron el nuevo libro de Paul Krugman y no ha durado mucho en la estantería de lecturas pendientes, había que consumirlo con rapidez no se fuera a pasar de moda.
Lo cierto es que yo tenia buenas razones para no querer comprarlo, pues básicamente no dice nada nuevo para todos aquellos que le leemos todos los días en su blog. Claro está que el gran abanico de lectores que le esperan comprar no entran dentro de esta categoría y el libro puede ser una fuente bastante agradecida de temas que no se suelen tratar de una manera común.

¿De qué va el libro?

Paul Krugman hace algo de trampa. Pues en la introducción te dice que no va a centrarse en la formación de la crisis (pues ya hay un número enorme de libros, incluidos suyos, tratando el tema), pero al final, como no podía ser de otra manera, acaba contándonos cómo se formó la actual crisis. Sin embargo, creo que es conveniente tener en cuenta que más que un repaso histórico del devenir económico es, sobre todo, un repaso histórico del pensamiento económico que ha dominado el estado político y académico durante la crisis. Elemento que creo que era bastante necesario, aunque (creo) tiene algunas fallas importantes de las que hablaré más adelante.
Los primeros capítulos se centran en la misma crisis, y en los motivos por los que los políticos y economistas deben combatirlas. Aunque pueda parecer extraño para algunos, existen y han tenido cierta relevancia los actores políticos que defendían que lo mejor es no hacer nada y esperar que el largo plazo lo solucione todo. Se centra en los conceptos más básicos, como puede ser la trampa de la liquidez, las crisis de demanda (con el ejemplo de las canguros, ya bastante famoso), los problemas de capital humano perdido por el paro de largo plazo, la paradoja del ahorro…
Entonces me topo con algo que no me esperaba. El “Minsky Moment”, del que ya hablé en otra entrada, y que originó un cierto debate entre otras escuelas por su verdadero significado.
De las 250 páginas que tiene, las 100 primeras son las más aburridas para alguien no sea un lego en economía. Sobre todo porque también se centra mucho en los Estados Unidos (algo de lo que no para de pedir disculpas), su edad de oro y demás.
Entonces llegas al capítulo 6, donde se centra en lo que el llama “la edad oscura de la macroeconomía”. Aquí ya empieza a introducir la evolución del pensamiento económico académico, y como a su juicio (y parte del mío), la macroeconomía perdió parte de su esencia al intentar hacerse más matemáticamente rigurosa perdiendo poder explicativo por el camino. Modelos en los que los agentes son puramente racionales, casi como robots, y donde, por pura construcción las crisis no pueden existir. Todo ese estado de cosas llegó incluso a premios nobel a pensar que todo eso de “las crisis” era cosa del pasado. De cómo el keynesianismo perdió fuerza y supo evolucionar.
Los dos siguientes capítulos tratan de explicar…
…cómo y porqué las soluciones que se han realizado durante la crisis no han tenido el efecto deseado. En concreto, pone citas muy interesantes sobre como ya antes de los propios estímulos muchos intuían lo que ocurriría: Serían estímulos tímidos, que no conseguirían nada salvo servir de excusa para aquellos economistas que defienden la austeridad.
Dedica un capítulo entero al euro y a los problemas de no ser una “área monetaria óptima”, de cómo los países del sur no son tan malos como se nos pinta, ni los del norte tan buenos como cabría esperar.
Más interesante es cuando se centra en los “austeríacos” (asquerosa traducción de austerians) y todo aquello que los adalides de la austeridad predijeron hace años y sigue sin cumplirse, básicamente por su pobre entendimiento del sistema económico. “Los tipos de interés subirán por los abultados déficits”. No subieron. “La inflación se irá por las nubes”. La inflación sigue bajando, y la que sube es por problemas en materias primas… También se centra en los factores que la austeridad deberían potenciar el crecimiento: “El hada de la confianza”, el crowding out inexistente…
Los dos últimos capítulos se centra más en lo que debería ser la política y el posible futuro de los EEUU, con unas elecciones en ciernes. Un Epílogo intenta poner en claro los problemas de hacer estudios con correlaciones (al estilo de Alesina, muy criticado en el libro) para explicar causalidad. Pero se queda bastante corto y pobre a la hora de explicar los estudios que, según el, ponen de manifiesto el potencial de los estímulos públicos (nombra el conocido del FMI del que también hablé).

¿Es recomendable el libro?

He querido dar un pequeño recorrido para que os podáis guiar sobre lo que tiene y no tiene el libro. No es un compendio de soluciones, ni un manual de economía, ni un recorrido histórico por la evolución económica, pero es un libro muy interesante para el que quiera saber donde nos encontramos y como hemos llegado hasta aquí, en un plano de ideas, pensamientos y sentimientos económicos.
Hecho en falta una apuesta aun más fuerte por eso, pues con una gran introducción (que intenta que los que compren su libro sin tener ni idea no se pierdan), no da tiempo de mucho más. Unas cincuenta o cien páginas más no le habrían venido nada mal, la verdad. Pero lo cierto es que el libro es un grito (el mismo título lo es), a todo. Un grito de un Krugman algo cabreado que está algo cansado de que se tomen las soluciones incorrectas para el problema equivocado.
Quizás ahora se empiece a ver la luz del túnel. No del túnel de la crisis, de la que aun tenemos para rato, sino de la oscura actuación política e institucional que parece que, por fin, se han vuelto a dar cuenta de que el crecimiento es importante.