Seamos sinceros. La ira es una excusa muy cómoda para hacer lo que nos plazca pero con pocos beneficios y resultados. La ira es una herramienta para reforzar nuestra razón, que muchas veces no es "la" razón. Y recurrimos a la ira para intentar tenerla. Tranquilos, no sucede nada anormal, lo hacemos todos.
Podemos ponernos histéricos, desatar nuestra furia e ira contra algo o alguien, pero no servirá para mucho o incluso para nada, pues quien nos tenga que aguantar nos calificará…, y quedará marcado en su interior nuestro proceder.
Es cierto que salvarse de la huela de una ira personal que has creado heridas, es muy sencillo. Basta con pedir perdón o disculpas con posterioridad. Pero el perdón que obtenemos es teórico pues no logramos hacer olvidar nuestro ataque de ira. La otra persona dirá que nos perdona, pero no podrá decir que nos olvida, pues esto es imposible aunque lo asegure con toda la certeza posible. Nuestras actitudes quedan en la memoria de los que nos rodean, producen huella.
Contra el ataque de ira, calma, contar hasta mil, respirar profundamente, salir a tomar el aire, cambiar de pensamiento negativo, huir a otra habitación, escuchar música, volver a respirar profundamente, tomar un café o una bebida, salir de ese pensamiento y volver otra vez a respirar. Y todo en 10 segundo como mucho. Ahora en serio, no caigamos en las iras sin grandes motivos, pues no las podremos controlar nunca. Contra la acción siempre hay una reacción de los que nos rodean, y hay que medir también estas para saber a donde nos llevan las iras.
Hay muchos otros métodos de defensa personal y más eficaces que los ataques desaforados de ira. Si no los puedes controlar, acude a un profesional a solicitar ayuda; están para eso. Pero recuerda que la ira no resuelve lo que te ha provocado la ira.