Hablaba esta tarde con otro conocido desempleado más joven que el de la mañana pues no llegaba a los 40 años de edad y le conminaba a que explorara la opción del autoempleo. La respuesta ha sido similar a la del amigo de la mañana. Es muy complicado eso.
No, no es muy complicado, lo que sí es cierto es que nos lo han hecho ver muy complicado, que es bien distinto. Convertirse en autónomo o en pequeño empresario no es una actividad muy compleja, en la misma medida que tampoco es una actividad que se pueda tomar sin análisis previos y sinceros sobre su viabilidad y nuestras personales capacidades para intentar unas u otras actividades.
Me comentaba el contertulio de la tarde que había pensado montar un bar, una verdulería, una tienda de objetos de regalos o una papelería. Yo lo he dicho con sinceridad suave, que iba por mal camino. No es posible pensar en actividades tan diversas sin que desde fuera se vea un análisis erróneo en sus posibilidades. O se es bueno para hacer rentable un bar o para una verdulería o para un trabajo tan diferente como una papelería.
Pero no tener claro qué es lo más idóneo para el “yo” que piensa en su futuro, pero que en realidad simplemente se ve en sus bolsillos con un capital tras el despido y que no sabe asimilar bien, indica que no se sirve para ninguna de estas actividades. Los errores en las inversiones mal planificadas nos llevan al miedo, a pensar que es muy complicado intentarlo. Lo que es complicado es intentarlo sin haber realizado antes los pasos correctos, los análisis sinceros, el conocimiento de nuestras capacidades.
Hemos terminado la charla convencidos ambos de que debe mejorar en España el ambiente laboral por sí mismo, pues hay pocas posibilidades de hacerlo mejorar a golpe de actuación personal para crear y emprender. Snif.