Hoy las relaciones son sobre todo con nosotros mismos. Simplemente es que ya no creemos como antes en los demás, en estar atado o acompañado y en relación con alguien, durante muchos años, incluso durante toda la vida. ¿Para qué, se dicen muchas y muchos?
Queremos muchas relaciones y a ser posible muy cortas. Alguien dijo no hace mucho que a partir del cuarto polvo, ya estaba pensando en cómo recambiar la compañía de la persona con la que estaba. Tal vez sea mucho, pero sin duda a partir del cuarto año ya se entiende como una situación de récord.
No queremos cargas, problemas añadidos, no deseamos compartir nada que no sea imprescindible, no queremos atarnos a nada y mucho menos a nadie, y tener compromisos escriturados nos parece un error del sistema.
Nos queremos porque necesitamos tener satisfacción temporal, queremos placer y en cuanto este se adormece, buscamos otros placer. Del tipo que sea. Y así es imposible tener hijos, y en muchos casos dejarnos engañar por las inmobiliarias y los bancos.
Nos casamos de media a los 35 años si somos mujeres y a los 38 años si somos hombres, pero por comodidad y tras haber navegado por decenas de campos de alfalfa.
A esas edades ya es complicado soportar a otras personas en cuanto vienen raras, tenemos por detrás tantos años de libertad, que entender el amor y el compartir los errores o los problemas, se nos hace duro. Con 40 años todo es más frágil de aguantar, si no se lleva aguantando desde 15 años antes.
Por eso la duración media de un matrimonio en España es de 16 años, pero es engañosa pues allí solo entran los matrimonios "de verdad" y algunos duran muchos más años, lo que nos augura que muchos duran bastante menos de esa media.
Con menos de 100.000 bodas en España no hacemos recambio generacional, pero eso como sociedad nos importa muy poco. Otras vendrán a tener hijos. Y además, de esas menos de 100.000 bodas solo el 20% se celebran por la iglesia, lo que nos enseña que estamos dejando de lado el compromiso para toda la vida y la religión como elemento de seguridad.
No sabría decir bien hacia dónde vamos, pues estos datos no paran de moverse. Es posible que el matrimonio deje de existir en unas décadas, y que haya que modificar leyes que pululan alrededor de ese concepto social que lleva miles de años entre nosotros.
De hecho ya no hay una sola figura de pareja posible, ni tampoco media docena sino varias decenas de posibilidades que se entremezclan. Y aunque esto suene a discurso rancio y retrógrado, es la realidad. Y con ella hay que seguir conviviendo.
Incluso a lo largo de nuestra vida podemos cambiar de tendencias en nuestras relaciones en varias ocasiones y formas, lo que dificulta todavía más el concepto de matrimonio como sinónimo de "larga duración" pues todo lo mediatizamos o lo comparamos con nuestras experiencias anteriores.