No podemos pedir que la sociedad se queda en casa en las actuales situaciones de la pandemia de COVID, pues las personas también necesitan sentirse vivas, intentar volver a las situaciones normales, salir a la calle y estar rodeadas de gente. Somos animales gregarios aunque seamos racionales y las relaciones las necesitamos. Si vemos esta imagen de ayer día 8 de diciembre en la Plaza del Pilar de Zaragoza, casi todas ls personas iban con su mascarilla en exteriores pues es obligatorio llevarla si no hay distancia de seguridad.
El riesgo Cero no existe, y eso tenemos que admitirlo todos. Ni para el COVID ni para cualquier otro problema de salud o vital. Tenemos que tomar precauciones: mantener la distancia de seguridad mientras podamos, llevar la mascarilla si estamos a menos de 2 metros de otras personas en el exterior, ventilar muy bien los interiores, estar al día de las vacunaciones que nos correspondan por edad y tener paciencia.
Las prohibiciones hay que meditarlas, pues si bien es cierto que actúan positivamente sobre los contagios, también es muy cierto que actúan muy negativamente sobre el funcionamiento social y económico de toda nuestra sociedad.
No es sencillo medir los grados en las decisiones, pero hay que valorar todos los aspectos, y no solo la salud por COVID. La pobreza también es una enfermedad. Y las facturas de las crisis las pagan siempre los mismos.