Ya desde los clásicos se nos decía que la tragedia no era buena para el alma, que ante la posible Justicia de los Dioses lo mejor era tomarse los recursos espirituales con filosofía, aunque no lo nombraran con estas palabras. Las tragedias siguen existiendo, los dolores siguen atenazándonos y nos afectan indudablemente y mucho a todos en algunos momentos, pero… ¿debemos prestarle una atención permanente cuando sabemos que eso es malo para nuestra salud mental y física?
No es fácil sacar sonrisas cuando nos rodea el dolor, pero su medicación, aunque no se puedan comprar en farmacias, es un buen remedio para intentar superar los problemas. Dicen que el hombre es el único animal que ríe, pero lo cierto es que existen muchos animales que disfrutar y sufren, que se alegran o se ponen tristes. Algo importante habrá dentro de la alegría y la tristeza cuando lo compartimos entre los animales.
Añadir tragedia al dolor es posiblemente engrandecerlo, darle una importancia que no se merece pues el dolor siempre es odioso. Por eso tal vez… si podemos… el optimismo desde el dolor nos pueda ayudar a ir saliendo levemente y poco a poco desde la tragedia hacia una normalidad.
Un pesimista siempre es gris, somos grises, y eso nos impide ver el Arco Iris lleno de colores. Y si nos lo muestran, lo vemos de refilón y de forma rápida, no sé si por tener miedo a que se nos lleve con sus alegrías. Nos perdemos los colores… y tal vez por eso seguimos siendo pesimistas.
A veces hemos inventado la tragicomedia para salirnos de la tragedia sin entrar de lleno en la comedia. Es un paso, no suficiente. Pero algo se nota ya en sus maneras de ir viendo la vida. Una tragicomedia nos permite ver algunos colores por unos segundos de chispa.
La vida es una broma. Sí, lo sabemos, es también mucho más que una broma. ¿Pero… y si fuera una broma? ¿Perdería importancia la propia vida si realmente fuera un espacio en donde trabajar entre todos por ser felices? ¿Gana la propia vida algo, si nos mostramos coléricos, iracundos, mal encarados, destemplados?
Si recordamos que el Arco Iris solo sale cuando ya se acaba la lluvia, tal vez así nos damos cuenta un poquito de que para verlo, antes nos tenemos que mojar.
Ajovín