La pandemia del COVID ha puesto sobre la mesa casi con urgencia (también) la reforma de la atención sanitaria en Salud Mental, por su crecimiento en número, por su complejidad, por su ampliación en número de necesidades asistenciales a los más jóvenes, que ya sufrían en exceso unos trastornos complejos de resolver, que producen muchas tensiones en Salud Mental, y que si no se actúa con casi urgencia, se convierten en enfermedades mucho más caras de tratar a nivel social y sanitario.
Hay proyectos estatales y los hay para Aragón. Pero hay que ponerlos en funcionamiento y todo esto además de tensiones económicas supone crecer en profesionales, que no siempre es ni sencillo ni posible.
Durante excesivos años hemos ido mirando de reojo la Salud Mental y muchas veces es fundamental la prevención y sobre todo detectar los problemas en sus estados iniciales, y para ello hay que tener unos procedimientos sanitarios y sociales que sean ágiles.